Esta idea de que las mujeres debían permanecer en casa, mientras que a los hombres les pertenece el espacio público, aparece con frecuencia en los escritos de los autores griegos en la Antigüedad. Menandro incluso escribió: «una mujer honrada debe permanecer en casa; la calle es para las mujerzuelas (prostitutas)».
Por fortuna, en la Antigua Grecia, las mujeres tenían libertad de movimiento, aunque Menandro hubiera deseado que no fuera así. No obstante, **tenían derechos limitados comparadas con los hombres** en lo que se refiere a la participación en reuniones públicas y asambleas políticas.
Ciertamente, las mujeres con frecuencia han sufrido restricciones para acceder al espacio público en diferentes culturas y periodos históricos.
Por ejemplo, en la Antigua Roma, las mujeres podían asistir a los juegos del Foro pero, por lo general, tenían que sentarse en la parte de atrás del anfiteatro, con los niños o los esclavos.
El acceso de las mujeres al espacio público ha estado restringido en diferentes culturas y periodos de tiempo.
Los harenes o serrallos son otro ejemplo de la segregación del espacio basada en el género. Un harén era, sobre todo, un espacio comunitario privado para esposas, concubinas y esclavas.
La naturaleza y el nivel de las restricciones en los harenes variaban en gran medida dependiendo de la cultura y del contexto histórico. Los encontramos en muchas culturas con diversas creencias religiosas en todo el Mediterráneo.
En el más famoso de todos, el harén del Sultán del Imperio Otomano, las mujeres tenían un papel privilegiado. Algunas de ellas incluso controlaban el gobierno.
La serie de televisión « Kosem La Sultana » muestra a la sultana Kosem, que, tras llegar como esclava al harén, gobernó el Imperio Otomano en nombre de sus hijos en el siglo XVII.
Los harenes tradicionales entraron en declive desde el siglo XIX y, en la mayoría de los países, están prohibidos.
Los harenes a veces contaban con mashrabiyas.
Al controlar la luz y regular el flujo de aire, entre otras funciones, estas preciosas celosías también permitían a las mujeres ver el exterior sin ser vistas.
Con frecuencia, las mujeres han estado relegadas al espacio doméstico, como demuestra el ejemplo histórico de los harenes.
Las obras de arte occidentales que muestran a mujeres en harenes se basan en gran medida en el orientalismo.
El orientalismo se refiere a las representaciones de Oriente en el arte occidental y que, con frecuencia, se impregnaban de un carácter exótico y ficticio.
Estas obras de arte suelen ser de naturaleza erótica y reproducen mujeres desnudas en posturas sensuales o adornadas con joyas de oro, en habitaciones de opulenta decoración. Muchas de estas representaciones eran meros productos de la imaginación del artista.
Este estilo artístico gozó de mucha popularidad en el siglo XIX, tras la expansión de los imperios europeos y el dominio colonial. Aunque muy apreciado por los mecenas fascinados por lo exótico, no retrata con precisión las diversas realidades de las experiencias de las mujeres en los harenes mediterráneos.
Los artistas occidentales a menudo creaban representaciones orientalistas del harén, dotando de un carácter exótico y ficticio al espacio y las mujeres representadas.
Incluso al salir de casa, es posible ocultarse… debajo de la ropa. Las normas de vestimenta pueden estar influidas por las expectativas sociales, que afectan en especial a las mujeres. Muchas culturas a lo largo de la historia han abogado por tapar ciertas partes del cuerpo.
Hablamos, por ejemplo, de cubrirse la cabeza. Esta práctica lleva asociados diferentes motivos y significados. Por regla general, el velo se considera un símbolo de recato, reserva y privacidad.
(1) Este es el caso de Grecia, desde la Antigüedad hasta el presente y con diferencias entre regiones;
(2) en Italia, sobre todo durante el Renacimiento,
(3) y también en Egipto.
En numerosas culturas, también se recomienda cubrirse las piernas. En la Francia del siglo XVIII, por ejemplo, estaba mal visto mostrar los tobillos.
Pinturas como las de Boucher, en las que se exhibían los tobillos de una mujer joven, se consideraban… ¡eróticas!
Por supuesto, las normas de vestimenta de las mujeres reflejan épocas y contextos concretos. Evolucionan y varían dependiendo de las culturas, los periodos históricos y las personas.
En muchas culturas, las normas de vestimenta reflejan las expectativas culturales que se depositan en las mujeres.
De hecho, se han estudiado muy poco a lo largo del tiempo: ¡toda la atención recaía en los «grandes hombres»!
Sin embargo, ahora estamos buscando sus huellas en la historia. A veces son débiles, pero revelan:
En la actualidad, los historiadores trabajan para descubrir y escribir la historia de las mujeres.
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