Incluso al salir de casa, es posible ocultarse… debajo de la ropa. Las normas de vestimenta pueden estar influidas por las expectativas sociales, que afectan en especial a las mujeres. Muchas culturas a lo largo de la historia han abogado por tapar ciertas partes del cuerpo.
Hablamos, por ejemplo, de cubrirse la cabeza. Esta práctica lleva asociados diferentes motivos y significados. Por regla general, el velo se considera un símbolo de recato, reserva y privacidad.
(1) Este es el caso de Grecia, desde la Antigüedad hasta el presente y con diferencias entre regiones;
(2) en Italia, sobre todo durante el Renacimiento,
(3) y también en Egipto.
En numerosas culturas, también se recomienda cubrirse las piernas. En la Francia del siglo XVIII, por ejemplo, estaba mal visto mostrar los tobillos.
Pinturas como las de Boucher, en las que se exhibían los tobillos de una mujer joven, se consideraban… ¡eróticas!
Por supuesto, las normas de vestimenta de las mujeres reflejan épocas y contextos concretos. Evolucionan y varían dependiendo de las culturas, los periodos históricos y las personas.
En muchas culturas, las normas de vestimenta reflejan las expectativas culturales que se depositan en las mujeres.
Las obras de arte occidentales que muestran a mujeres en harenes se basan en gran medida en el orientalismo.
El orientalismo se refiere a las representaciones de Oriente en el arte occidental y que, con frecuencia, se impregnaban de un carácter exótico y ficticio.
Estas obras de arte suelen ser de naturaleza erótica y reproducen mujeres desnudas en posturas sensuales o adornadas con joyas de oro, en habitaciones de opulenta decoración. Muchas de estas representaciones eran meros productos de la imaginación del artista.
Este estilo artístico gozó de mucha popularidad en el siglo XIX, tras la expansión de los imperios europeos y el dominio colonial. Aunque muy apreciado por los mecenas fascinados por lo exótico, no retrata con precisión las diversas realidades de las experiencias de las mujeres en los harenes mediterráneos.
Los artistas occidentales a menudo creaban representaciones orientalistas del harén, dotando de un carácter exótico y ficticio al espacio y las mujeres representadas.
Los harenes o serrallos son otro ejemplo de la segregación del espacio basada en el género. Un harén era, sobre todo, un espacio comunitario privado para esposas, concubinas y esclavas.
La naturaleza y el nivel de las restricciones en los harenes variaban en gran medida dependiendo de la cultura y del contexto histórico. Los encontramos en muchas culturas con diversas creencias religiosas en todo el Mediterráneo.
En el más famoso de todos, el harén del Sultán del Imperio Otomano, las mujeres tenían un papel privilegiado. Algunas de ellas incluso controlaban el gobierno.
La serie de televisión « Kosem La Sultana » muestra a la sultana Kosem, que, tras llegar como esclava al harén, gobernó el Imperio Otomano en nombre de sus hijos en el siglo XVII.
Los harenes tradicionales entraron en declive desde el siglo XIX y, en la mayoría de los países, están prohibidos.
Los harenes a veces contaban con mashrabiyas.
Al controlar la luz y regular el flujo de aire, entre otras funciones, estas preciosas celosías también permitían a las mujeres ver el exterior sin ser vistas.
Con frecuencia, las mujeres han estado relegadas al espacio doméstico, como demuestra el ejemplo histórico de los harenes.
Esta idea de que las mujeres debían permanecer en casa, mientras que a los hombres les pertenece el espacio público, aparece con frecuencia en los escritos de los autores griegos en la Antigüedad. Menandro incluso escribió: «una mujer honrada debe permanecer en casa; la calle es para las mujerzuelas (prostitutas)».
Por fortuna, en la Antigua Grecia, las mujeres tenían libertad de movimiento, aunque Menandro hubiera deseado que no fuera así. No obstante, **tenían derechos limitados comparadas con los hombres** en lo que se refiere a la participación en reuniones públicas y asambleas políticas.
Ciertamente, las mujeres con frecuencia han sufrido restricciones para acceder al espacio público en diferentes culturas y periodos históricos.
Por ejemplo, en la Antigua Roma, las mujeres podían asistir a los juegos del Foro pero, por lo general, tenían que sentarse en la parte de atrás del anfiteatro, con los niños o los esclavos.
El acceso de las mujeres al espacio público ha estado restringido en diferentes culturas y periodos de tiempo.
Las obras de arte son la prueba de que nuestras sociedades cambian…
Por lo tanto, no es raro ver a un hombre adornado con joyas o a una mujer con pantalones exhibidos en un museo.
Los estereotipos, sin embargo, son persistentes y pueden dar lugar a errores importantes.
Si los arqueólogos encuentran joyas en una tumba, por ejemplo, ¿deberían suponer que es la tumba de una mujer? Como acabamos de comprobar, no es tan sencillo.
Para analizar la historia, debe tenerse en cuenta la evolución de las normas en torno a la feminidad.
En lo que concierne a la apariencia, las normas (es decir, las reglas de la sociedad) evolucionan según el periodo y la cultura.
Los estilos que antes se consideraban «masculinos» o «femeninos» pueden subvertirse y cambiar con el tiempo, así como de una cultura a otra.
Eche un vistazo a estas imágenes. Observará que tanto el hombre como la mujer llevan maquillaje y tienen las cejas arregladas. La estatua masculina tiene el pelo largo.
De hecho, el cuidado personal y el maquillaje no son solo cosa de mujeres.
En el mundo árabe, los hombres del siglo XVI usaban resinas vegetales para depilarse. Mientras tanto, en Occidente, el vello era un signo de fuerza y virilidad, por lo que la depilación estaba reservada a las mujeres.
Descubra aquí algunos artículos de aseo de la región mediterránea, que podían utilizar tanto mujeres como hombres.
Las normas relacionadas con el género varían según las culturas y evolucionan con el tiempo. El cuidado personal y el maquillaje nunca fueron exclusivos de las mujeres.
Había quienes no siempre buscaban complacer a los demás en el pasado…
Y existía un término despectivo para referirse a ellas: «virago» (del latín «vir», que significa hombre). Una virago es una mujer que presenta cualidades consideradas típicamente masculinas por la sociedad, como fuerza y valentía.
En la mitología griega, por ejemplo, las amazonas portan armas y se dedican a la lucha. Sin embargo, estas mujeres guerreras eran despreciadas por su naturaleza combativa. En las obras de autores antiguos simbolizan el caos. Su muerte, por lo tanto, restaura el orden y la armonía…
Todavía queda un largo camino por recorrer para que las mujeres se liberen de los estereotipos históricos pero, en lo que respecta a las amazonas, se han convertido en heroínas de la gran pantalla.
Las características consideradas «masculinas» o «femeninas» son un constructo social. A pesar de los estereotipos de género, las mujeres siempre han demostrado fuerza y valentía a lo largo de la historia.
Cleopatra no fue la única mujer que reinó en Egipto. La primera faraona fue Neferusobek.
Su estatua ha sufrido los estragos del tiempo, pero ofrece pistas sobre el modo en que eligió ser representada como faraón. Viste:
Al adoptar símbolos previamente reservados para los hombres, Neferusobek trató de demostrar que era una igual.
La primera faraona, Neferusobek, combinaba prendas y símbolos masculinos y femeninos para dar legitimidad a su poder.
Por ejemplo, se equivocaría si pensara que las mujeres no ocuparon puestos de poder antes del siglo XX. Pueden encontrarse lideresas en los puestos de responsabilidad más elevados, en todas partes y en todas las épocas históricas. ¿Y si hacemos un breve repaso general?
Todas estas poderosas mujeres han inspirado numerosas obras de arte, lo que incluye música y películas.
Este es uno de nuestros ejemplos favoritos: ¡Cleopatra!
Muchas princesas y reinas han tomado las riendas del gobierno. Aunque algunas cayeron en el olvido, otras sido una inspiración en la cultura popular.
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